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lunes, 28 de febrero de 2011

NUNCA SERÁS DEL OLVIDO


A Miguel Hernández Gilabert

En la estela permanente que van dejando tus versos
un ángel trenza la angustia para dejarla en el cielo.
Un día tu alma dolida siente pulmones maltrechos
y sobre las rejas lanza corazón de terciopelo.
Mana la tarde arreboles del campo que fue tu techo
y un cencerro vierte sones de musicado concierto
mientras tú, pastor de cabras, con un carboncillo viejo
rimas en un cuadernillo el más encarnado verso.
Los calveros de la Muela te dan el perfume cierto
para nacer de tu entraña la voz herida del pueblo,
esa voz que reivindica cuna de amor a un yuntero,
ya no muere porque lleva sangre manada en los versos.
Con la sangre de tu boca que te sirvió de tintero
le lanzabas a tu hijo tras de la reja un requiebro,
una nana de cebolla con dolor, angustia y fuego,
espejo de dos amores bajo la luna del pecho.
¿Qué puedes hacer, poeta, cuando los puñales fieros
rompen la trémula rama donde duerme tu jilguero?
sólo cantarle a las rosas que con la rama cayeron
y en el vuelo de la pluma dibujar crespones negros.
¡Nunca morirán las plumas que llevan la voz del pueblo
porque de plumas el ángel recubre y llena su cuerpo
y se despluma en las auras entre violetas y besos,
dandole al cielo arreboles donde no mueren los sueños!
¡Poeta en fruto de abejas! ¡Jamás se mueran tus versos!
Líricas rosas de almendro yo quisiera regalarte
pero no consigo hacerlo sin algún verso robarte,
porque te nacen violetas en el más secano huerto...
Siempre en las aladas almas de las rosas regalaste,
ese tu noble corazón, que te sirvió de tintero
para escribirnos las cartas con alto decir en vuelo,
donde el amor fue la nota del más amado estandarte.
¡vive Dios que no hay regalo más hermoso que tus versos
y la herida en tu costado se va agrandando con ellos!
¡Murió tu cuerpo agotado, pero tus liras subieron
más altas que las estrellas, más brillantes que luceros!
¡Nunca morirás,poeta!¡hortelano en sufrimiento!
Tu nombre lleva mi boca y Orihuela tu recuerdo.
Tú, de sangre en sangre vienes y yo cultivarla quiero.
¡Nunca serás del olvido ni tus versos del silencio!
***

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