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La rosa en el tallo tiembla enamorada del aire
y octubre pincela luces para desenamorarla
y con su embrujo la eleva en las alas de la tarde.
Apolo tiende sus brazos y la toma por el talle.
La besa. Ella llora, y se dobla desmayada.
No hay jardinero, no hay nadie que pueda recuperarla.
Crepúsculos de Virgilio tiñen el cielo de sangre
mientras la rosa se muere enamorada de nadie.
Tú, jardinero poeta, intenta recuperarla
sin que se abrasen sus labios ni su color escarlata.
Ama su color. Poetiza. ¡Qué Apolo suelte su talle
y se vaya hacia el ocaso con sus queridos celajes!
y tus versos son canciones para poder rescatarla.
Dile versos al oído y tómala por el talle
y que canten serafines antes que muera la tarde.
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E. San Juan
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