FUEGO EN LOS CERROS
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Fuego en los Cerros.
Mis queridos, Cerros adorados...
Hoy hueles, pueblo mío, a incienso de hojarasca.
Cortaron tu perfume de retama y romero.
Han ardido los cerros, mis queridos vergeles.
La atalaya querida que guardo desde niño.
¿Qué manos homicidas prendieron vuestra entraña?
Hoy, mis cerros queridos, corona de mi alma,
han ardido llorando con lágrimas de fuego.
El perfume y tus alas, extendidas al norte se asfixiaban.
¿Qué manos fratricidas han podido incendiar tanta belleza?
¡Turgentes pechos de mi tierra!
¡Jardín del Arañuelo!
¡Pulmones del zafiro que late en mis recuerdos
desde que el niño aquél naciera entre tus manos!
Pueblo querido, ¿qué te han hecho?
Cómo pueden "Los cerros" arder
si son la vida, el aire y los pulmones de tu aliento?
No puedo ya llorar, Navalmoral querido,
se secaron mis ojos de la pena.
¡Me quedé sin aliento, piedra de tu piedra!
Tus roquedales ennegrecidos me vuelan por el alma
y me saltan del pecho con ardor homicida.
¡Si tuviera en mis manos las manos del cobarde las segara!
Cobarde o cobardes asesinos que atentan y destrozan...
¿qué vais ha conseguir sayones de la muerte?
No matareis el alma de mi pueblo
porque Navalmoral es árbol que retoña en las cenizas.
Navalmoral de la Mata, dolor,
hoy viste crespones negros,
crespones sobre su cara.
¡Navalmoral, pueblo amado,
si con mi voz apagara tu desdicha,
mi aliento se haría de gritos...!
Aquí en estas manos mías, que llenas de tierra te adoraron,
aquí te dejo mi voz y mi palabra.
¿Qué puedo hacer por ti si no cantarte, pueblo mío?
¡Elevaré tus calles de nata y de silencio,
a la hondura total de mis entrañas
y al alto pedestal de mis amores!
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