NIÑOS ROBADOS
Debemos poner todos de nuestra parte el máximo cuidado y estar atentos a las noticias sobre los niños robados. ¿Quién nos iba a decir en los años sesenta y setenta que los niños eran robados en algunos Hospitales? ¿Quién podía pensar tal atrocidad?...
Nos embargaba la confianza en un futuro próximo tras una guerra fraticida entre hermanos. La Nación sólo pensaba en recuperarse de tan tremenda tragedia. Y los que no sabíamos nada, porque nadie nos había dicho nada tal vez por miedo a las consecuencias, no querían hacernos partícipes de tanto encono y tanta miseria vivida. Yo no sabía discernir: “El poder de los vencedores ni el sufrimiento de los vencidos”, sólo me di cuenta que lo mío era trabajar. Mi padre guardaba silencio, un silencio sepulcral. No me contestó a las preguntas de: ¿quién eran los malos ni quien eran los buenos? Su miedo o su protección para conmigo me hizo vivir la juventud cómo en una burbuja insonorizada. Me costó mucho tiempo comprender ideas y actuaciones. Las palabras de mi padre eran: ¡Búscate un trabajo fijo para que no sufras lo que yo he sufrido!
Supe de los niños robados hace unos poquitos años. Me quedé viviendo y aún vivo en la sorpresa. Y aún ignoro que nos deparará el futuro con tantos y tantos acontecimientos que se nos echan encima como losas.
Pero desde aquí declaro abiertamente que saldremos adelante, que no sucumbiremos a tantos desmanes. España es única y tiene capacidad para salir de estos avatares. El futuro es nuestro y nadie, nadie nos lo va a arrebatar.
NIÑOS ROBADOS
¿Dónde estás niño robado?
¿Sabes quién te dio la vida?
En que lugar vas y vienes,
corazón de sangre viva…
Por donde va tu destino
alma de sangre cautiva…
Naciste un día cualquiera
y el malo cambió tu vida,
sin apenas ver la luz
rosa del vientre surgida.
Te robaron, perla rosa,
sin que tu madre querida
te rozara con los labios
esa piel recién nacida.
¿Por dónde lates, amor?
¿Quién cuidará de tu vida?
Tal vez suene una campana
por quien te trajo a la vida…
Es tiempo de la conciencia.
Es tiempo de amar la vida,
de buscar si es que la tienes
aquella madre querida.
Aquella madre del alma
que puso en ti sangre y vida,
y a quien le fue arrebatada
su flor de amor más querida.
¡Qué la justicia se mueva!
¡Que haya latidos que vivan
bajo la luz del recuerdo
de quien les trajo a la vida!
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Eladio S. Brasero
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