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martes, 10 de junio de 2008

MI TERCER LIBRO


Juan Gómez, ligeramente inclinado sobre el improvisado escritorio de su alcoba, escribía fervorosamente una carta, era una carta desde la soledad, desde el íntimo desgarro del dolor y la impotencia de una separación no deseada.
Amor mío: en la soledad de mi alcoba me dispongo a escribirte. No quiero que nadie descubra mi secreto, ni que nadie me contemple cuando escribo esta carta. Tampoco quiero intrusos entre tú y mi pensamiento y, aunque tu presencia no es física, amor mío, tatuada en el alma yo te llevo. Tu intangible presencia, en mi Mácula Lútea la retengo en perenne secuencia de nítidas imágenes. Vas en mí. En mis pulsos te siento, amada mía. Tu perfume me llega delicado y profundo, es tu olor que me envuelve como brisa marina. Tú y yo, sabemos que me tomarían por loco, claro está, si supieran que te escribo a las estrellas; pero yo bien me entiendo, y con la ilusión de tu amor pervivo. ¿Verdad que tú me entiendes, amor mío? ¡Tantos años de amor, jamás podrán borrarse! Me dicen que tengo que sobreponerme. Que tengo que luchar. Pero vivir sin ti carece de sentido. ¿Quién podría olvidar a una rosa mojada que latente y suave, mantuviera en sus manos?
Solamente un sentimiento ético y religioso me mantiene en este mundo...
(Del libro: "Relatos para el recuerdo")




domingo, 8 de junio de 2008

VOCES ROTAS

A veces, la vida
me entristece enormemente.
Busco desesperado
y sólo encuentro
el ronco bramido de la tierra.
Todo duerme, hasta los vivos duermen
en este olvido que me aterra.
Sólo los inmortales parecen entenderse,
y se hablan, se gritan o se aman
o se odian ferozmente.
Dónde está Dios, me pregunto,
cuando veo en algunos niños esa hambruna,
ese acto de muerte, esa tristeza...
Y recuerdo a Omaira y a otros niños sufriendo.
Todo se remueve en mis entrañas,
y lloro amargamente por vivos y por muertos;
y grito y pregunto: ¿conciencia, Dios,
dónde estáis?
Unas voces lejanas me susurran:
entre nosotros, amigo, entre nosotros.
Dios, no ha inventado el hacha que nos hiere,
sólo creó la vida y la materia, ambas perfumadas,
puras y benévolas, melíferas...
Ellas, se impregnan de dolor cuando las hieren.
Tal vez, un día, la vida y la materia serán hierro
para mellar el hacha que las corta.
Entonces, me digo, a qué esperamos
para desterrar el hacha que nos cuelga
del corazón, el hombro o la cintura.
***

MI SEGUNDO LIBRO


TÚ, MI AMOR.
De cada letra una lágrima
se derramó de tu nombre
al ponerlo en la ventana,
seguí escribiendo:"te quiero",
y se cuajaron las lágrimas
como diamantes de fuego,
de colorido y escarcha.
Rutilaba la mañana,
y en la calle, un frío de invierno
le puso ceniza al aura.
El Pontones, triste sueño,
espejo de nimbos vaga
y un rumor de caracolas
en las piedras deja el agua...
Y yo, al calor del salón,
dejo que mi aliento vaya
de la tristeza al amor
y del sueño a la esperanza...
***
(Del libro: Entre el amor y la distancia)