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jueves, 18 de agosto de 2016

RINCÓN DEL POETA

BAJO LA LIMPIA LUNA
A un amigo entrañable
   ******+******
Has querido viajar a las estrellas,
callado y en un sueño.
Dormido, amigo mío, te fuiste sin dudarlo.
Has querido tener los versos que me duelen.
Los versos que no gritan por no nombrar la pena.
Te fuiste, amigo mío, bajo la limpia luna.
Te fuiste por la noche para buscar las albas,
para buscar las luces que en tus vídeos captabas.
Has dejado recuerdos de tu esposa
y de fieles amigos que te quieren.
Ella tendrá tus vídeos, grabaciones inéditas de nuestros recitales.
Un tesoro guardado para el tiempo...
Ahora tú, desde arriba, la cuidarás a ella,
a quien tanto luchó por tu salud.
Amigo, tú que criticabas poemas y posados,
nos dejas en el alma un recuerdo latente.
Te escribo en estos versos, mi luna desvelada...
Irá todo en silencio, sin tu nombre siquiera, porque sabes quien soy...
Te llevaré en mi verso recordado y sentido.
Amigo, tu que diste la luz al objetivo,
para tener recuerdo de la Virgen y el pueblo.
Te has ido, amigo mío, en caballo de luna,
más allá de arreboles.
Estarás con nosotros, conmigo, por muy lejos que tengas tu cenáculo.
Estarás conmigo, con nosotros, por siempre y para siempre, alcantarino.
Tendrás ese flamenco que tanto te gustaba y la luz de los versos con aromas vitales.
Estarás en tu viña y en las flores amadas,
y en las cuerdas heridas de una guitarra amante.
Te has ido, amigo mío, pero nunca lejano.
Vivirás en nosotros, por siempre y para siempre
como quedan los buenos, los grandes, los ángeles amigos.

RINCÓN DEL POETA

FUEGO EN LOS CERROS
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Fuego en los Cerros.
Mis queridos, Cerros adorados...
Hoy hueles, pueblo mío, a incienso de hojarasca.
Cortaron tu perfume de retama y romero.
Han ardido los cerros, mis queridos vergeles.
La atalaya querida que guardo desde niño.
¿Qué manos homicidas prendieron vuestra entraña?
Hoy, mis cerros queridos, corona de mi alma,
han ardido llorando con lágrimas de fuego.
El perfume y tus alas, extendidas al norte se asfixiaban.
¿Qué manos fratricidas han podido incendiar tanta belleza?
¡Turgentes pechos de mi tierra!
¡Jardín del Arañuelo!
¡Pulmones del zafiro que late en mis recuerdos
desde que el niño aquél naciera entre tus manos!
Pueblo querido, ¿qué te han hecho?
Cómo pueden "Los cerros" arder
si son la vida, el aire y los pulmones de tu aliento?
No puedo ya llorar, Navalmoral querido,
se secaron mis ojos de la pena.
¡Me quedé sin aliento, piedra de tu piedra!
Tus roquedales ennegrecidos me vuelan por el alma
y me saltan del pecho con ardor homicida.
¡Si tuviera en mis manos las manos del cobarde las segara!
Cobarde o cobardes asesinos que atentan y destrozan...
¿qué vais ha conseguir sayones de la muerte?
No matareis el alma de mi pueblo
porque Navalmoral es árbol que retoña en las cenizas.
Navalmoral de la Mata, dolor,
hoy viste crespones negros,
crespones sobre su cara.
¡Navalmoral, pueblo amado,
si con mi voz apagara tu desdicha,
mi aliento se haría de gritos...!
Aquí en estas manos mías, que llenas de tierra te adoraron,
aquí te dejo mi voz y mi palabra.
¿Qué puedo hacer por ti si no cantarte, pueblo mío?
¡Elevaré tus calles de nata y de silencio,
a la hondura total de mis entrañas
y al alto pedestal de mis amores!