ROMANCE A LOS ÁNGELES DORMIDOS
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A las víctimas de la tragedia del 22 de octubre de 1965 en el Salto de Torrejón
y a sus familias con mi sincero afecto.
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Era el veintidós de octubre
del año sesenta y cinco,
cuando el gris de la mañana
parpadeó de improviso.
El murmullo del trabajo
quedó roto y sin aviso
y en una compuerta el agua
buscó su libre albedrío.
Los alazanes del viento,
negros, grises y malditos
rompieron parte del muro
que se desplomó de un grito.
El túnel se vio anegado
y callaron los martillos.
Las nueve de la mañana
grabaron el sacrificio...
Las amapolas de sangre
se volvieron amasijos
y los vómitos del agua
los coronó de jacintos.
Ya no eran cuerpos humanos
eran rosas del martirio.
Obreros que dieron todo
por aquel grave descuido.
¿Qué nos queda de aquel día?
El recuerdo y los olvidos,
la imprudencia... el abandono,
el dolor y el desatino.
Nos quedará lo que quede…,
Nuestros seres están vivos
porque son la vida toda
en el Cielo y lo Divino.
Ellos nos quieren alegres,
saben por lo que sufrimos.
Saben que van en nosotros
y en nuestra sangre tejidos.
¡Haya rosas sobre el agua
por los ángeles dormidos
y que el amor bajo el cielo
esté en ellos infinito!
¡Que la verdad resplandezca
por el monte y por el río
y sea la Gloria su casa,
se lo tienen merecido.
¡Vivan los muertos del Salto,
vivan también los heridos
y vivan los familiares
que tanto llevan sufrido!
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20 de octubre de 2016
Eladio Sanjuán Brasero.
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